domingo, 24 de octubre de 2010

Un llamado a Armas

Conversa de política entre cervezas en uno que otro bar. Imperialismo yankee y el asesinato de Filiberto Ojeda son los temas de su predilección. Luce una barba ligeramente descuidada con la que jura gritar “revolucionario” y no es raro verle con una camisa del Ché. Frases como “Libertad o Muerte” adornan su espacio mientras fuma el “fruto de la madre tierra” jurándose un patriota, un fiel defensor de la libertad porque ha protestado en cuanta huelga se ha zafado en Puerto Rico, escucha Roy Brown y luce una rebosante melena.

Si ha identificado alguien con al menos 3 de estas características ¡Felicidades! Usted se ha encontrado con un independentista de pacotilla: Nauseabunda modalidad de hippies-frustrados que usan el independentismo como una prenda de vestir… como una imágen comercial para alardear de rebeldes disque-intelectuales lastimando el verdadero movimiento independentista detrás del cual se esconden. Definitivamente, nos urge a los verdaderos independentistas un llamado a armas.

Un llamado a armas contra la ignorancia de estos “independentistas de pacotilla” que vandalizan paredes y edificios públicos con frases (cada vez más trilladas) como “Filiberto Vive” u otras consignas de oposición.

Un llamado a armas contra estos ñoños (con ínfulas de guerrilleros de las FARC) que protestan en cuanta huelga pendeja se zafa por ahí mas nunca han creado un proyecto de iniciativa comunitaria para trabajar con problema social alguno.

Un llamado a armas contra esos que asisten “al Grito” cada 23 de Septiembre pero no saben realmente quien fue Betances, porqué regresó a Puerto Rico ni qué hizo después de que se fue… los mismos que caldean los ánimos en foros universitarios utilizando el independentismo como excusa para acceder a la violencia colectiva.

Si nuestra definición de “patriotas” depende de estos analfabetas culturales, ‘possers’ de “Bravata” y “Hecho a Mano” que lo único que han probado ser capaces de hacer es “mucho ruido”, tenemos un serio problema de representación.

Para que el ideal independentista borincano deje de ser la comercial prenda de vestir en la que se ha convertido, nos urge identificar a estos pseudo-intelectuales y ponerlos a la luz de la humillación pública. Nos urge a los verdaderos independentistas levantarnos y gritar (a voz que cuello) que esos desgraciados, problemáticos, yerberos que no producen resultados no nos representan.

Para que la palabra “independentista” vuelva a significar el mismo cúmulo de conocimiento cultural e histórico que en otrora nos urge un llamado a armas contra estos wannabís que ciertamente nos han ganado un mal nombre. Contra estos inmaduros que esconden su crisis de identidad detrás del look de "bohemios" con la misma madurez que un reggaetonero usa un 'bling bling' para afianzar su identidad callejera.

Un llamado en armas contra los mismos pelús que se cantan independentistas mas no saben qué fue la Ley Foraker, La Carta Autonómica, un ápice de Derecho Internacional, tres carajos de Economía Global ni quién fue Betrances, Ruiz Belvis, Munoz Rivera o Baldorioty de Castro.

Gracias a estos 'possers' nuestro ideal independentista agoniza sobre un crítico estado de emergencia.

Y para ustedes, independentistas de pactotilla que me leen (si es que han llegado hasta aquí) les ofrezco cinco pasos para que dejen de ser tan... imbéciles:

1: Ser independentista no es sinónimo de ser antiamericano:

Andar por ahí gritando “Yankee go Home” y “Fuera el FBI” con una gorra del Ché (que tampoco sabes de donde carajo era) no solo te hace lucir como un idiota sino que también da la impresión de que todos los independentistas somos unos fanáticos anti-estadounidenses como tú.

Los independentistas verdaderos, aquellos que aspiramos a salir de la colonia que TANTO nos consume social, moral y económicamente, reconocemos que Estados Unidos juega apenas un 30% de nuestra trágica telenovela. El papel protagónico pertenece a nuestra politiquería interna (penepés, populares y pipiolos por igual) que dividen al pueblo enajenándolo con sus mentiras, embobándolo con “dadivas” para obtener sus votos y perpetuándolo a la dependencia… que no es otra cosa que condenarlo a la miseria misma.

Los barrotes que mantienen a Puerto Rico bajo la colonia son nuestras propias campañas políticas para manipular a través del miedo, nuestro poco sentido de pertenencia nacional y la crasa ignorancia que nos consume… no “el Yankee”. Este sólo nutre y se beneficia de la colonia mientras dure.

Cuando responsabilizamos a un tercer país por nuestros problemas, posicionándonos como “víctimas” en lugar de “responsables” de nuestro destino político, lo que insconcientemente estamos diciendo es “no depende de nosotros”… mentalidad que (efectivamente) nos incapacita.

2: Ser independentista no es andar por ahí como un hippie.

Si tu ideología no una mera imágen “fashion” como decir gótico, caco u otro estereotipo comercial no hay necesidad alguna de andar por ahí luciendo como un tecato-rastafari. Por cierto, tampoco luces bohemio: pareces un damnificado de FEMA. Báñate, aféitate, péinate, desarrolla ideas efectivas, ponlas a funcionar y deja de hacer tanto "show". La ideología independentista no se borra si te bañas con jabón... puerco.

3: Ser independentista no es citar nuestros próceres a mera conveniencia

Si no sabes cuál fue el contexto histórico en el que se dijo la cita: “Cuando la injusticia es ley, la revolución es orden” no tienes permiso para usarla.

Si no sabes quién fue Betances, te queda terminantemente prohibido que uses la frase: "Los grandes no somos grandes sino porque estamos de rodillas..."

Si no sabes quién fue Hostos, su vida, obra ni porqué sus restos no yacen en Puerto Rico, ten al menos la decencia de no andar mentandolo por ahí.

Citar a nuestros proceres borincanos para cumplir con una agenda político-personal (cuando ni sabes quienes fueron ni en qué contexto dijeron lo que dijeron) no es un acto de patriotismo: es la actitud de un adolescente malcriado. Menos bla bla bla, más concimiento y un poco de acción comunitaria... empiecen por ahí.

4: Aprende el verdadero signifcado de la palabra "lucha"

El movimiento en pro Derechos Civiles de la comunidad negra (liderada por Martin Lugher King) fue una lucha. La Desobediencia Civil en India que sin un solo disparo les logró la independencia del colonialismo Inglés (liderada por Mahatma Ghandi) fue una lucha. La unificación de un país dividido por el aperhaid en Sur Africa (liderada por Nelson Mandela) fue una lucha.

El día que ustedes, independentistas de pacotilla dejen de limitar la palabra "lucha" a disparos y balas de cañon (citando a próceres que hablaron en un contexto histórico completamente DISTINTO al nuestro) habrán avanzado muchísimo hacia lo que realmetne Puerto Rico necesita: una lucha diplomática en un foro internacional contra el colonialismo. Al diablo con la mentalidad mente-pollo de "luchas macheteras" y meramente protestar. Necesitamos intelectuales, no mercenarios de guerra.

5: Infórmate

No te cantes indepentista si no sabes como mínimo qué fue la Ley Foraker. Es una ley que como independentista tienes que amar con pasión u odiar a brazo partido pero (por lo más Santo) tienes que saber qué es.

Así también necesitas descubrir que el Grito de Lares fue un bien-intencionado pero fracasado intento de revolución armada mientras que La Carta Autonómica fue una exitosa guerra diplomática que sí logro nuestra independencia (el 24 de Noviembre del 1897) que sin embargo nadie celebra y en nuestras escuelas apenas se nos recuerda. ¿Se han preguntado porqué?

Cuando descubran la respuesta será entonces cuando abandonemos ese independentismo hippie que nos consume y comencemos a movernos hacia una mentalidad nacionalista, unitaria e inteligente.

Puerto Rico y todos los puertorriqueños lo necesitamos. Hágase un llamado a armas contra la ignorancia del independenstimo hippie.


Documentemos lo aprendido.

viernes, 15 de octubre de 2010

Identificando los límites

Si bien la sabiduría popular dice que “todo en exceso hace daño” la realidad es que los límites que establecen cuando algo deja de ser efectivo y cuando se convierte en un verdadero dolor de cabeza nunca están claramente definidos, hasta que chocamos de cabeza contra ellos…


Proteger nuestros hijos y darles todo cuanto necesiten es (por ejemplo) una conducta loable siempre y cuando no se lleve al punto de engreírlos y/o interferir con su adaptación al mundo real.

El capitalismo es sumamente efectivo hasta que lo empujamos al punto donde las corporaciones ejercen más poder que el gobierno mismo… y el lucro es más valioso que la ecología o cualquier otro valor social imaginable.

Incluso la espiritualidad, esa que supone signifique un remanso de paz interna, puede fácilmente ser empujada al punto de radical fundamentalismo religioso (personal o institucional) trastocando drásticamente su propósito incial.

Y es que sea cual sea el contexto, desconocer (y en el peor de los casos, OBVIAR) cuándo los límites de una conducta o modelo dejan de ser efectivos es un viaje directo y sin escala rumbo al fracaso… y el internet no parece ser la excepción.

Después de convertirse en la plataforma virtual donde realizamos el grueso de nuestras transacciones bancarias (restando necesidad a los cajeros) búsqueda de información (restando necesidad a la industria impresa) correo electrónico (haciendo menos necesario el correo convencional) y plataformas sociales (restando necesidad a puntos de encuentro como clubes y cafés) el internet ya ha comenzado a construír sobre el punto donde dónde algo efectivo comienza a convertirse en un dolor de cabeza.

Era… ¿Informática?

Recuerdo la primera vez que entré a una biblioteca a buscar información sobre algo que no tenía que ver con la escuela. Para entonces era yo un adolescente prendado con las maravillas de la filosofía oriental (desde Karate hasta la magnificencia del Yoga) y pregunté si tenían información sobre acupuntura. Resultó tenían la obra de un reconocido autor en acupuntura, devoré el libro en par de semanas y para cuando terminé con él sabía mucho de lo estaba buscado: Aprendí no solo sobre la filosofía espiritual que cimentaba todo aquello sino también sobre terminaciones nerviosas, meridianos, reflexología, acupresión, medicinas alternativas y demás trasfondo científico que explicaba aquel fenómeno médico.

Hoy, si bien el internet ha provisto la ‘ventaja’ de aislar exactamente lo que estamos buscando, ha creado una especie superficialidad intelectual donde poseemos océanos de información pero con apenas milímetros de profundidad. Ha propiciado una generación que sabe “de todo un poco” pero mucho sobre “absolutamente nada” donde incluso las obras literarias son buscadas “en resumen” antes aventurarse siquiera a disfrutar de la profundidad de un libro.

Ese punto donde el internet deja de ser una herramienta efectiva y su uso (más bien abuso) comienza a hacernos daño ha hecho su aparición.

Si bien estudios apuntan a que el internet "nos está haciendo más brutos”, el problema realmente no estriba en la computadora sino de la falta de educación con respecto a ella. El internet nos llegó de repente, como una maravillosa nave del futuro pero sin libro de instrucciones, clases ni valores sobre cómo realmente utilizar este producto. Aprendimos todos sus trucos, chucherías y aplicaciones completamente ajenos a las fronteras donde su uso comienza a lastimar nuestro desarrollo social e intelectual.

No necesitamos cursos que creen "usuarios" de la red sino "conocedores" la misma. Ajenos a esos límites, hay quienes prácticamente viven en sus páginas de redes sociales, no recuerdan cuando fue la última vez que fueron a un parque y el grueso de su tiempo se diluye chateando, posteando pendejadas y alimentando una imágen idealizada de sí mismos/as a través de los medios. Gente que (sin darse cuenta) hace mucho abandonó el internet como herramenta para cultivarse, encontrar y/o compartir información y empezó a usarlo como un eterno "janging spot" dando paso a la inactividad física, obesidad, apatía social, pseudo-intelectualidad y CRASA pérdida de tiempo productivo. Pero también hay buenas noticias:

No necesitamos tener un millón de “amigos” en facebook, actualizar nuestro “estatus” cada cinco minutos ni verificar nuestras “notificaciones” cada media hora: Esto solo han probado afectar severamente nuestra productividad y relaciones sociales en contexto real ^_^

No necesitamos saber el último escándalo de Ricky Martin, cuánto dinero exigió de Alomar la famosa “Maripilli” ni cuál fue la última prenda de vestir que lució Lady Gaga en un concierto de Rusia. Cultivemos eso que Tim Ferriss define como "ignorancia selectiva" ;)

No necesitamos enviar un millón de e-mails deseando rimbombantes felicitaciones cada Navidad, ‘Acción de gracias’ o ‘Año nuevo’ a nuestros amigos, título que (por cierto) ha devaluado muchísimo gracias a su abuso en los medios digitales. Créanme: dos o tres palabras (a dos o tres personas realmente significativas) tienen más impacto que un rimbombante “forward” o trillada “tarjeta virtual” a las cuales nos hemos inmunizado ya. Recuperemos el e-mail… no hay cosa mas bella que te escriban a tí específicamente, sin necesidad de encontrarse en algún foro de chat o internet.

Tampoco necesitamos abrir un JoPet, JoVille, JoFarm (ni cualquier aplicación tragatiempo que empiece con la frase “Jo”) 'pokear' a aquel, responder al mensajito o "tag" pendejo del otro ni mucho menos navegar horas muertas entre los perfiles de nuestras amistades para, al final del día, descubrir que hemos perdido gran parte del mismo.

El uso del internet, esa maravillosa herramienta social, intelectual y cultural, llevada “hasta cierto punto” (como todo en la vida) nos hace daño.


Documentemos lo aprendido.

jueves, 15 de julio de 2010

¿Dónde estaban?

El 21 de Abril del 2010, ante un alza significativa en los costos de matrícula en la universidad del estado, se declaró un paro que mantuvo cerrados sus 11 recintos por más de 60 días. Mientras unos estudiantes lucían pancartas con imágenes citando al “Ché Guevara”, “Betances” y “Albizu Campos” (reciclados a conveniencia) otros gritaban consignas con palabras como “Democracia", “Lucha” y “Libertad” jurándose revolucioinarios portavoces de tales valores universales.

La realidad es que cuando eliminamos las variables (y reducimos la ecuación a su forma más simple) la esencia detrás de la “huelga estudiantil del 2010” no fueron ideales, ética ni la defensa de valores humanos universales… fue (simple, llana y sencillamente) por dinero.

Durante los años sesenta y setenta (por ejemplo) estudiantes protestaron contra el absurdo de la guerra de Vietnam, el militarismo universitario del ROTC, el colonialismo rampante y sonante del gobierno estadounidense y el servicio militar obligatorio, entre muchas otras cosas más. Estas (a diferencia de lo que sucede hoy) eran protestas basadas en valores humanos,en una moral universal que se extendía más allá de sus intereses personales para abarcar la igualdad, libertad y la dignidad de aquellos que no necesariamente compartían su misma situación económica, política o social.

En cambio hoy, las luchas de la comunidad puertorriqueña no se extienden más allá de sus propios intereses. Nos comportamos de manera pasiva, indiferente e incluso permisiva ante la criminalidad, la corrupción y otros tantos males sociales siempre y cuando no parezca que "tocan nuestras habichuelas". La célebre frase: "Roselló robaba... ¡pero había!" durante las elecciónes primarias del 2008 es un vivo ejemplo cuán poco nos importan los valores que ahora reclamamos a voz en cuello.

¿Dónde estaban todos esos mismos huelguistas “revolucionarios” cuando el sector privado sufrió los mismos despidos masivos que ahora sufre el gobierno?

¿Dónde estaban todos esos huelguistas “revolucionarios” cuando se gestaron los descalabros ecológicos del paseo Costa Caribe y la salvajada socio-ecológica del Caño Martín Peña?

¿Dónde estaban esos mismo huelguitas “revolucionarios” cuando el FBI atacó a reporteros y camarografos de la prensa puertorriqueña?

¿Dónde estaban esos mismos huelguitas “revolucionarios” cuando el gobierno federal aprobó una legislación que permite detener (y revisar) a un ciudadano meramente por su aspecto latino?

Sólo cuando nuestros intereses personales están en juego, cuando tocan directamente nuestro bolsillo, es que palabras como "dignidad”, "igualdad", "democracia", "lucha" y “libertad” (antes ajenas a nuestro vocabulario) comienzan a salir hipócritamente de nuestras bocas. Es entonces (y sólo entonces) cuando citamos a nuestros grandes próceres puertorriqueños (hasta entonces en el olvido) en pancartas, camisas y "bumperstickers" con ínfulas de intelectuales paladines de la justicia social.

Luchar contra la injusticia sólo cuando toca nuestro dinero no nos hace sublimes ni revolucionarios, nos convierte en meros aguzaos. Citar a Betances, Albizu y Hostos sólo cuando queremos alcanzar un interés personal no nos convierte en patriotas, sino en tremendos propagandistas.

La malversación de fondos por parte de la UPR es un mal que comprende varias décadas. ¿Porqué no fue hasta que el asqueroso dedo de la injusticia (producto de la corrupción) tocó sus bolsillos cuando finalmente protestaron? Si existiese entre los puertorriqueños una vertical cultura beligerante contra la corrupción (cosa que no hemos desarrollado aún) las condiciones bajo las cuales se dio la protesta (donde docentes, estudiantes y extranjeros perdieron dinero e incluso graduación) nunca nos hubieramos visto en la posición de (finalmente) tener que "protestar".

Documentemos lo aprendido.

viernes, 19 de marzo de 2010

Siete años despues

“You think we are winning the war on Iraq?”
Pregunté a una soldado que recién regresaba de su segunda rotacion en Irak, mayo del 2007. Su respuesta fue tan sencilla como certera:

“There is nothing to win over there”

Hoy 19 de marzo del 2010 se cumplen 7 años de la invasión en Irak, lo cual convierte la operación “Iraqui Freedom” en la guerra más larga en toda la historia de los Estados Unidos de Norteamerica. Siete años después... con la captura (y juicio) de Hussein, la absoluta ocupación del país y la vida de miles de soldados (y civiles árabes para los cuales no hay cabida en nuestros periódicos) el gobierno norteamericano aun ha hallado ni un alfiler de las armas de destrucción masiva que en un momento “justificaron” la invasión al país árabe.

Con la indignación colectiva por los ataques del 11 de septiembre (que nada tuvieron que ver con Irak o alguno de sus ciudadanos) y las fotos satelitales señalando la supuesta localización de laboratorios bio-químicos iraquíes (de los cuales tampoco hemos visto ni un tubo de ensayo) el gobierno de Bush convenció a toda una nación herida y atemorizada de que la ocupación en Irak no solo le devolvería el sentido de seguridad a Estados Unidos sino que al mismo tiempo, establecería un gobierno libre y autosuficiente para los iraquíes.

La realidad es que hoy, siete años (y billones de dólares) después, seguimos en medio de una guerra que ni ha garantizado la seguridad nacional de Estados Unidos ni mucho menos la prometida estabilidad socio-política al país árabe. Mientras las tropas norteamericanas sigan presentes en Irak (favoreciendo los intereses político-económicos de Estados Unidos) no existirá tal cosa como gobierno “libre” ni “autosuficiente” para los iraquíes.

Mientras las tropas norteamericanas sigan presentes en Irak (inocente de los ataques terroristas del 11 de septiembre) Estados Unidos seguirá ganando enemigos políticos y perdiendo el respeto y credibilidad de la comunidad internacional.

Mientras las tropas norteamericanas sigan presentes en Irak (además del gasto multimillonario que implica la guerra) se seguirán perdiendo vidas en ambos lados de la ecuación en una guerra donde (como bien señaló aquella veterana) “there is nothing to win in over there”.

lunes, 1 de febrero de 2010

Proyectandonos en el Gobierno

¿Te ha sucedido que alguna vez que, quien debe dinero repentinamente se enoja contigo? ¿Qué tal el estudiante que fracasa una clase y anda el resto de año hablando pestes del profesor? Este patrón de conducta donde el sujeto atribuye sentimientos, ideas o cualidades negativas de sí mismo hacia otra cosa, grupo o persona con la finalidad de mitigar su sentido de responsabilidad o culpa es lo que (en lenguaje de psicología) llamamos “proyección”.

Curiosamente, esta misma proyección es apreciable en cada noticiero y foro de opinión pública a lo largo de nuestra patria borincana: culpamos al gobierno por el alza en la criminalidad, por el trasiego de drogas, por la violencia en nuestras escuelas, el maltrato de menores, el deterioro ambiental (etc.) evitando mirar hacia dentro y darnos cuenta que “el gobierno” no es otra cosa que un mero puñado representantes elegidos por nosotros mismos… un microcosmos dentro de nuestra esencia colectiva como país. El "gobierno" somos nosotros.

¿Que los descalabros administrativos del gobierno nos han costado un par de platos? Cierto, pero casos como el del hombre que dejó por muerta a su ex-compañera, el maltrato que un padre/madre propina a sus hijos, aquel chamaquito que abrió fuego contra la policía, la indiferencia ecológica, los crímenes de odio, la desgana de muchos maestros (y otros tantos servidores públicos) no tienen nada que ver con “el gobierno” sino con responsabilidad personal e individual de cada uno de nosotros como ciudadanos.

Nos urge admitir que el problema no radica en “el gobierno” (quien irónicamente se ha convertido en el chivo expiatorio del mismo pueblo quien lo elige) sino en la crisis de valores que enfrentamos como país donde nuestra indiferencia, inacción, predisposición a la violencia y pobre sentido de pertenencia (todos juntos) juegan el papel protagónico de esta nuestra tragedia nacional que (proyectándonos) descontroladamente adjudicamos “al gobierno”.

viernes, 29 de enero de 2010

Edu(cuztomiz)ation

Hace mucho tiempo el mercado se dio cuenta de que diversificarse en base a los gustos y necesidades del cliente es un factor clave para el éxito de cualquier empresa.Desde entonces, la gran variedad de productos para satisfacer las necesidades específicas de cada consumidor (“family size”,“low sodium”, “integral”, “bajo en grasa”, “con sabor a cherry”, “doble cabina” etc.) proliferó de tal forma que hoy día, ya sea en automóviles, medicamentos, comestibles y demás, el mercado posee una amplia variedad de productos dirigidos a satisfacer las preferencias y necesidades del diverso mundo del consumidor. Desde calzado atlético para el arco exacto de cada pie, hasta elegir de las dimensiones especificas de una laptop, ésta flexibilidad de utilidades para saciar las exigencias particulares del consumidor es un fenómeno al que conocemos como “customization”.

Lamentablemente esta maravilla de la relación mercado-cliente aun no toca los pies de la industria de la educación, la cual (lejos de responder a las necesidades específicas de cada cliente) más bien se asemeja a un “size” de zapato fijo con el que pretendemos que cada niño aprenda caminar, correr y atravesar una carrera de obstáculos sin considerar el arco de su pie, estructura física, habilidades ni motivaciones para ejecutar durante proceso.

Si bien se ha dicho (hasta el cansancio) que no todos los estudiantes los aprenden igual, poseen mismas necesidades, habilidades ni (mucho menos) los mismos intereses, la evidencia científica cae en oídos sordos ante un sistema que sienta a todos en un mismo salón, bajo un mismo método y criterios de evaluación que (en gran parte de los casos) no apuntan a la aplicabilidad en un contexto real, sino a la retención de datos raras veces prácticos o atractivos para el estudiante. El fenómeno comercial del “customization” necesita (en definitiva) abrazar también los anaqueles con “size” fijo de la educación

En Puerto Rico, quienes llevan a cuestas la batuta educativa no somos los educadores (conocedores en la materia) ni los empresarios (conocedores de la magia de “customizarla”) sino una sarta de monigotes políticos cuya mentalidad partidista entorpece todo intento de innovación educativa. Seguir mirando al gobierno en busca de respuestas es absurdo… responsabilizarlos por algo que obviamente no saben hacer es estúpido. Las ideas, los estudios y los ejemplos de sistemas educativos efectivos están allí, esperando a que seamos nosotros los ciudadanos quien las ponga en marcha. Entonces (y solo entonces) cuando el gobierno choque contra la concreta muralla de la evidencia puesta en práctica, la educación pública de Puerto Rico se moverá a lo que realmente debe ser.

martes, 19 de enero de 2010

Obesidad

Existe un necesario (y admirable) valor social llamado “prudencia” pero, si bien es cierto que mantenernos al margen de lo que nos compete y “dejar vivir” es una virtud, existen momentos en los que (con nuestro silencio) nos convertimos en viles cómplices de un sinnúmero de problemáticas sociales a nuestro alcance. El argumento barato de “no quiero meterme en la vida de los demás” (con demasiada frecuencia) no es un síntoma de prudencia, sino vil indiferencia disfrazada de virtud.

En estos días, mientras comía en un algún Church’s Chicken (¡anuncio no pagado por la compañía!) algo llamó mi atención: una mujer y (lo que supuse era) su hija se sentaron aproximadamente a tres metros de donde me encontraba. Cuando la mujer puso su bandeja sobre la mesa, me fue casi imposible no posar mis ojos sobre su hija: una niña de algunos 8 años cuya visible acumulación de grasa corporal en sus brazos y piernas (características típicas de obesidad infantil) le conferían una lenta y espatarrada forma de caminar donde hasta el mero acto de sentarse requirió de un leve (pero visible) esfuerzo de su parte. Fue entonces cuando la señora, una mujer gruesa (no tanto como la menor) de baja estatura y entrada en sus treinta, puso ante de la joven el suculento menú: Papas fritas, pollo frito, refresco grande y algún dulce con helado de la tienda (inserte cara de espanto aquí). Momentos como este invitan a la reflexión y (en el mejor de los casos) a la acción.

Laissez-faire nutricional

Si bien la obesidad se define como una “condición donde el individuo supera en un 20% o más su peso saludable" (dentro del valor estándar peso/estatura en una grafica preestablecida) la realidad es que no hay que andar con báscula, cinta métrica, ser nutricionista ni medico chino para identificar los visibles e inequívocos síntomas del sobrepeso y muy particularmente si se trata de nuestros hijos. Que una persona sea lo suficientemente irresponsable consigo misma para descuidar su salud (la obesidad es factor desencadenante de un sinnúmero de enfermedades como la diabetes, colesterol alto, impotencia e hipertensión, entre muchas otras) es una cosa… condenar a un niño (sin la potestad ni conocimiento para elegir) a un estilo de vida y alimentación que propicie el deterioro de su salud fisica, social y emocional es completamente otra.

“No Alfredo” me dijo alguien una vez “lo que pasa es que hay gente que sufre de la tiroides”. Y sí, es cierto, hay (efectivamente) gente que “sufre de la tiroides”. Pero si bien es cierto que existen condiciones que inclinan (repito, inclinan, no determinan) la balanza metabólica del individuo hacia el sobrepeso , la realidad es que cuando una persona se pasa la vida comiendo hamburgers, papas fritas, pollo frito, pan, arroz (y otros alimentos ricos en almidón) tres y cuatro veces al día para luego llegar a su casa y meter su trasero en un sofá a ver televisión (o dígase internet) durante horas, no se trata de un “problema metabólico”: se llaman “estilos de vida”, irresponsabilidad y (en cursivas muy mías) suicidio.

Tomando acción
Al momento de botar el sobrante de mi bandeja (acción que exigía pasar por el lado de ambas féminas) hice una pausa, me dirigí hacia la madre y (con el tono más dulce y discreto que mi cerebro pudo imaginar) le comenté “Buenas tardes (…) disculpe el atrevimiento (…) ¿sabe usted que le hace daño a ella comer ofertas como esa?” Su rostro (hasta entonces amable) se transfiguró a uno de “fuck-you mode” donde, con un defensivo gesto de la mano (cuyos dedos grasientos no pude ignorar) lanzó su inteligentísimo argumentó: “Ella tiene hambre”.

“Buen provecho” respondí con una sonrisa diplomática. Mi intención no era argumentar, sino hacer notar y… aunque el estilo de vida y alimentación de aquella mujer no necesariamente cambió por el atrevimiento de un desconocido, me queda la satisfacción moral de (quizá) haber sido la “voz consciente” de una niña sin la edad ni el conocimiento para darse cuenta del daño que su progenitora, con intención o sin ella, le infringía.