lunes, 1 de febrero de 2010

Proyectandonos en el Gobierno

¿Te ha sucedido que alguna vez que, quien debe dinero repentinamente se enoja contigo? ¿Qué tal el estudiante que fracasa una clase y anda el resto de año hablando pestes del profesor? Este patrón de conducta donde el sujeto atribuye sentimientos, ideas o cualidades negativas de sí mismo hacia otra cosa, grupo o persona con la finalidad de mitigar su sentido de responsabilidad o culpa es lo que (en lenguaje de psicología) llamamos “proyección”.

Curiosamente, esta misma proyección es apreciable en cada noticiero y foro de opinión pública a lo largo de nuestra patria borincana: culpamos al gobierno por el alza en la criminalidad, por el trasiego de drogas, por la violencia en nuestras escuelas, el maltrato de menores, el deterioro ambiental (etc.) evitando mirar hacia dentro y darnos cuenta que “el gobierno” no es otra cosa que un mero puñado representantes elegidos por nosotros mismos… un microcosmos dentro de nuestra esencia colectiva como país. El "gobierno" somos nosotros.

¿Que los descalabros administrativos del gobierno nos han costado un par de platos? Cierto, pero casos como el del hombre que dejó por muerta a su ex-compañera, el maltrato que un padre/madre propina a sus hijos, aquel chamaquito que abrió fuego contra la policía, la indiferencia ecológica, los crímenes de odio, la desgana de muchos maestros (y otros tantos servidores públicos) no tienen nada que ver con “el gobierno” sino con responsabilidad personal e individual de cada uno de nosotros como ciudadanos.

Nos urge admitir que el problema no radica en “el gobierno” (quien irónicamente se ha convertido en el chivo expiatorio del mismo pueblo quien lo elige) sino en la crisis de valores que enfrentamos como país donde nuestra indiferencia, inacción, predisposición a la violencia y pobre sentido de pertenencia (todos juntos) juegan el papel protagónico de esta nuestra tragedia nacional que (proyectándonos) descontroladamente adjudicamos “al gobierno”.

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