viernes, 1 de agosto de 2008

Elecciones en borikén

Se acercan cada día más las esperadas elecciones y (mientras las ruidosas tumbadoras y pomposas campañas políticas se exhiben a lo largo del país) me invade una ansiedad terrible al ver el absurdo colectivo con el que tratamos este proceso que, más que la elección de un gobernante, tratamos como la entrada final de un juego de pelota cualquiera.

No es momento de gritar consignas, empuñar banderas de colores ni cantar a voz en cuello alguna cancioncitas estúpidas en pro de un partido político alguno... es tiempo de reflexionar dónde está el país, hacia donde queremos ir y qué hay que hacer para llegar allí.

Y así, con emociones (y no razones) de color azul, verde o rojo escarlata entramos a los precintos electorales con la mentalidad de "rajar la papeleta" por nuesrto partido independientemente de cuan errado, vacío y absurdo sea su plan de gobierno o desempeño anterior.

La pendejá de las caravanas, cancioncítas, banderítas y esa carnavalezca algarabía que caracteriza la propaganda política borincana no hace otra cosa que enajenarnos de la realidad colonial en que vivimos... realidad colonial que encadena al país a la crisis económica que nos consume. Una camisa de fuerza con la que pretendemos (absurdamente) que "tal" o "cual" candidato nos saque a flote.

Camisa de fuerza que ni la musiquita pegajosa, las banderitas de colores ni la ridícula de propaganda política se ha tomado la molestia de mencionar.

¡Pero allá vamos! Embriagados de júbilo, cual miembros de una tribu primitiva de canibales, enloquecidos con la presencia de algún líder político en nuestra ciudad, como si fueran Dioses con el poder de traer de vuelta la lluvia y la buena cosecha.

Llenos de contentura (y con falsas esperanzas) recibimos a nuestros candidatos con "bombos y platillos" obviando el hecho de que (independientemente de cuál de estos monigotes esté en el poder) nuestra situación socio-económica no mejorará hasta nuestro estatus político no evolucione a uno que responda a las necesidades del siglo XXI.

Pretendemos lograr "un cambio" bajo la misma agotada sombrilla del ELA para luego decepcionarnos y responsabilizar a los políticos (por quienes votamos en otrora) de su incapacidad para echar el país hacia adelante. El verdadero "issue" en Puerto Rico es el estatus y no los imbéciles políticos de turno a quienes hoy vitorreamos... y mañana condenamos.

Documentemos lo aprendido

jueves, 31 de julio de 2008

Orgullo Profesional

Cuando regresé a Puerto Rico (después de año y medio en la frontera egipcio-israelí) una de las primeras cosas que hice fue pasar por mi antigua escuela superior: La Inés María Mendoza de Cabo Rojo (eeeee, jua!)

Entre la nueva generación de estudiantes (y el afectuoso saludo de mis antiguos maestros) recorrí orgullosamente mi viejo plantel como quien se enseñorea de ya no ser aquel adolescente lleno de incertidumbres que una vez ocupó aquellos salones de clase.

Nene! que grande tu estas...
Fue la sorprendida reacción de unos
Ya tú no te pareces Alfredo!
Exclamaban otros
Y que estas haciendo muchacho?

Con curiosa alegría uno tras otro preguntaba sobre mi proceder post escolar en aquella breve y agradable visita... hasta que un maestro en particular cambio por completo el significado de la misma.

Estas en la Inter muchacho! (...) y que estas estudiando?

Educación
Respondí
Quiero ser maestro!

En fracción de segundos, el rostro de aquel señor se transfiguró (cual endemoniado feligrés durante exorcismo católico) de una serena sonrisa conversacional a aquella tortuosa expresión de amargura donde la única silaba que atino a exclamar fue un incrédulo:

Aahhhh?

Mi reacción no se hizo esperar:
-Pero usted es maestro!
Inquirí
-Como me va a decir que no lleve a cabo tal profesión!?

-No mijo no...
Fue su respuesta

Acto seguido me hablo de lo "tétrico" del sistema de educación pública, de lo "difíciles" que son los estudiantes "hoy en día" y del poco salario que devenga el maestro. En pocos minutos tenia ante mi todo un discurso sobre las difíciles condiciones laborales que sufre la docencia en Puerto Rico, las inmensas oportunidades económicas que ofrece ejercer en los EEUU y los muchos otros campos profesionales ("mas tranquilos" y mejor remunerados) que "ser maestro".

Y allí estaba yo (inserte suspiro aqui) delante de un maestro con mas de 10 años de experiencia docente, diciéndome que la profesión que elegí (y peor aun, y la que el ejerce) "no valía la pena".

Orgullo Profesional

Como futuro maestro dedicado en cuerpo y alma a la profesión que elegí, creo firmemente que toda persona que ocupa una posición docente debe llevarla a cabo no solo con el mas alto nivel de excelencia, sino también con orgullo. No ese orgullo vano de creer ser mejores, sino ese que reconoce la trascendental labor del maestro mas allá de un oficio cualquiera. La docencia EXIGE vocacion.

Si bien es cierto que existen profesiones mucho mejor remuneradas que la del maestro, las recompensas que premian a quienes llevamos a cuestas la gloriosa bandera de la enseñanza no se mide en dólares y centavos, sino en esa satisfacción plena de sabernos facilitadores de las herramientas sobre las cuales se apoyan todas las profesiones u oficios que sostienen nuestra sociedad... y sus individuos.

Llevar la mano del niño que aprende a escribir su nombre... la misma que en un futuro firmará algún documento importante. Saber que tu clase ha tocado positivamente la vida de un estudiante. Son recompensas que solo un corazón noble es capaz de atesorar.

Me invade un inmenso coraje cuando maestros como el que mencione en un principio (lejos de ser verdaderos profesionales) se presentan a nuestras escuelas con una mentalidad de "empleado de manufactura"... sin esa pasión ni orgullo profesional que exige la carrera magisterial... con esa vaga actitud obrera que no busca nada mas alla de un efímero cheque los días 15 y 30 de cada mes.

La verdadera tragedia es que, precisamente, ASI es como aprenderán sus estudiantes.

lunes, 21 de enero de 2008

"La que és"

Mientras empacaba mis cosas para rotar de campamento, otro soldado desempacaba su equipo militar para tomar mi posición.

En un momento dado abrió su laptop y para mi sorpresa su desktop no se adornaba con "un paisaje" o la foto de alguna pomposa modelo: era la foto de una chica que (con la mayor sencillez del mundo) sonreía para la cámara.


-“Quien es esa… tu jeva?”
Pregunté con cierto aire de hombría barata… de esa que con frecuencia se respira en el ejército.

-“Es mi esposa”Ante la respuesta del muchacho (por cuyos razgos faciales representaba tener algunos 20 años) mi sorpresa no se hizo esperar:

-“¿Y porque tu te casaste tan joven brother!?”
Aun no terminaba del todo mi pregunta cuando (con un energético gesto de sus manos) señalo la laptop y respondió:

-“Por que ESA es la que és!”

Jamás olvidaré la seguridad de aquellas palabras. No fue un 'quizá', un ‘creo’ o una posibilidad. Más que un hombre enamorado, su lenguaje corporal irradiaba certeza (...) una certeza plena y segura de aquella mujer en la foto era simple, llana y sencillamente “la que era”.

En mi admiración también experimenté cierta tristeza pues si bien es cierto que he amado (y me he sentido endemoniadamente atraído) nunca he sentido ese urgente deseo de correr a los brazos del matrimonio.
Si bien reconozco que (socialmente hablando) es "lo ideal"... observo la idea del casamiento con cierto grado de recelo.

Miedo al matrimonio

A pesar del trillado cliché de que “los hombres le temen al matrimonio” me atrevo a decir que a lo que realmente le tememos (al menos yo) es al fracaso dentro del mismo. La idea de esa ceremonia donde dos personas prometen amarse y estar juntas “hasta que la muerte los separe” (sellando al final su "pacto" con un beso) es bella, linda, preciosa (es mas, creo que voy a llorar!).

Sin embargo las estadísticas evidencian que en Puerto Rico (en tan solo el año 2004) hubo un total de 15,197 divorcios, lo que (en colaboración con otros datos) significa que 3 de cada 5 parejas que se juraron ‘amor eterno’ terminaron firmando una sentencia divorcio frente a sus respectivos abogados (inserte cara de espanto aquí).

(www.tendenciaspr.com/Poblacion/Tablas_familia/matrimonios_divorcios/Evolucion_divorcios_2004.htm)

Con esto no estoy diciendo que no me voy a casar nunca. De hecho, creo que amar y ser amado es parte integral de nuestra naturaleza:
A diferencia de otras especies que se aparean y JAMAS vuelven a encontrarse, el ser humano es una especie misteriosamente gobernada por la necesidad de no sólo de aparearse sino tambien de compartir sencillas cosas de la vida que (en términos de supervivencia y conservación de la especie) son realmente insignificantes: Compartir un amanecer, una alegría, una caricia o simplemente una puesta de sol en compañía, conductas "absurdas" que aún los grandes avances de ciencia no han sido capaces de explicar...

Muchas cosas pasaron por mi mente pero (entre tanto) no me queda de otra que jugar el "juego de la vida" hasta encontrar la mujer con la que (con la misma seguridad del joven soldado) me inspire un alto, claro y certero "esa es la-que-és" ^_^

domingo, 13 de enero de 2008

Qué quieres ser?

Una pregunta que tiendo hacer recién conozco una persona es “qué quieres ser cuando seas grande”. Quizá parezca una pregunta infantil pero se trata de una herramienta personal clave al momento de conocer una persona.

Mas allá de un simple ‘¿que estudias?’ (o el trillado “¿a qué te dedicas?’) la pregunta “qué quieres ser cuando seas grande” se refiere a aquello que nos mueve. Aquella vocación que independientemente de la paga, la demanda o los años de estudio que implique, nos llena ^_^

Aunque la respuesta mas típica es un jocoso (y a veces sarcástico) “ya yo soy grande!’’ basta con tan solo repetir mi pregunta con una entonación diferente para que capten su real significado.
La respuesta me dice TANTO sobre la persona en cuestion: Me habla de en qué direccion dirige su vida, su nivel de sensibilidad e indirectamente, me comenta de sus pasatiempos y habilidades.
"Yo No Se"

De todas las respuestas posibles, lo ULTIMO que espero escuchar de los labios de una persona es un simple y despreocupado "yo no se"(...) respuesta que me crea una extraña combinación de coraje y lástima al mismo tiempo.

Y es que a decir verdad, que una persona a sus ‘veinti’ (ni mucho menos sus ‘treinti’) pico de años NO haya encontrado qué es aquello que la llena, es para mi algo inconcebible.
Que a estas alturas una persona no sepa qué es ese algo que la inspira, aquello que la apasiona… que (después de tres décadas y pico de existencia) una persona no haya encontrado esa vocación que la impulsa a vivir con propósito es (a mi entender) un monumental fracaso a nivel intrapersonal.

Fracasados con éxito…

Una de mis máximas dice que “la vida sin pasión se vive a medias” y (desgraciadamente) el mundo esta plagado de gente que vive sin ella.

En algún momento todos nos hemos topado con un maestro que prefiere llenar una pizarra en lugar de transmitir ánimo a sus estudiantes… psicólogos que prefieren medicar a sus pacientes en lugar de ayudarlos (…) policías que en vez de proteger al ciudadano lo oprimen y enfermeros que (dignos de un 'partime' en cualquier carnicería cercana) maltratan al paciente.

Son estos algunos ejemplos de lo que he optado por llamar “fracasados con éxito”: gente que eligió su profesión en base a la demanda, remuneración o algún otro criterio vacío sin una vocación real por lo que llevan a cabo. Gente sin pasión por su profesión que, dentro de su insatisfacción, nos hacen la vida miserable a los demas.

Y aquí es donde entran en juego mis sentimientos de coraje:

A veces creo que debería existir alguna especie de policía en las universidades que determinara (más allá de un mísero promedio academico) quién tiene madera para hacer qué y quien no. Que hubiera alguna especie de filtro que impidiera 'ciertas personas' a cursar 'ciertas materias' en particular. After all, no todo el mundo tiene la calidad humana que se requiere para ser trabajador social, enfermero o demás.

Imaginense mi molestia cuando (como estudiante de educación) veo compañeros en las filas de mi departamento con la mirada puesta en "dias de vacaciones" y un salario con "el gobierno". Aunque los he visto graduarse (con cuatro puntos) y entrar triunfantes al magisterio, no son sino mas que unos perfectos "fracasados con exito" en cuyas manos tenemos la desdicha que poner nuestro más valioso recurso: nuestros estudiantes.