sábado, 15 de enero de 2011

A favor de la "naranja completa"

Las palabras tienen un poder enorme. Cada frase, refrán o expresión que utilizamos carga consigo una serie de aseveraciones implícitas sobre los demás y nosotros mísmos que inconsciente-
mente moldean nuestra conducta.

El ser humano organiza el pensamiento a través de la palabra y (con demasiada frecuencia) estas ameritan un re-análisis constante. Recién conocí un señor que me contaba “de cuanto apoyaba” a su hijo en la escuela, muy a pesar de su pobre desempeño académico.

-Yo se lo he dicho (…) él no es TAN bruto”
El niño asentía con la cabeza.

Fue en ese momento cuando noté que (en lenguaje implícito) no sólo le había dicho “bruto” al niño sino que inconscientemente el joven ya “lo había aceptado” como un acuerdo. Aquel padre (inconscientemente) sembraba un auto-concepto en su hijo dentro del cual realmente, no hay que hacer mucho cálculo mental para saber cómo será su devenir escolar.

Una de las muchas inconscientes (y dañinas) aseveraciones implícitas que escuchamos por ahí es la de encontrar a "nuestra media naranja”: La idea de que (en alguna parte) existe la persona ideal, esa media-mitad que nos hará sentir seguros, amados y felices por el resto de nuestras vidas no es meramente utópica, sino peligrosa.

Es una aseveración basada en el argumento implícito de que estamos “incompletos por naturaleza” y que (por ende) necesitamos de otro ser humano, de esa “media-mitad” hecha “a nuestra medida” que saciará todos nuestros vacíos existenciales y hará sentir “completos”.

Si bien no hay nada más lejos de la realidad, lo peligroso de esta aseveración implícita no radica en su falsedad, sino la ENORME cantidad de gente que (en efecto) se casa con tal espectativa. Gente que corre a los brazos del matrimonio con la mentalidad que otro lo rescatará de sus propios complejos y vacíos existenciales. Gente que marcha al altar y dice "acepto" con la expectativa de que todas sus carencias emocionales serán milagrosamente saciadas al ponerse un anillo al dedo. Hombres y mujeres emocionalmente inseguras... medias naranjas "incompletas" que buscan seguridad, propósito y amor propio en un tercero.

Esto tiende a traer una serie de reclamos típicos (e igualmente enfermos) que suenan algo así como:

Comentario: "Tu no me haces feliz…”
(Argumento implícito: “Tu trabajo es hacerme feliz”)

Reality check: El trabajo de tu pareja no es “hacerte feliz” sino (en efecto) compartir SU felicidad con-tigo. Si eres una persona amargá (no importa si estás con “el Príncipe de Austria” o “La princesa Diana”) tus complejos, irritabilidad, falta de amor propio y/o sentido de inferioridad es algo que amargará tu vida estés con quien estés, sea a donde sea que vallas.

Aquellas que responsabilizan al compañero de su propia “infelicidad” no hacen otra cosa que vender una imagen de "sufridas" para (mediante su melodrama) manipular la situación a su favor.

Aquellas que hacen campaña para convencer a todos a tu alrededor de que tu eres "el malo", que ella es "la buena" y "lo mucho que ha sufrido por ti" no hacen otra cosa que demonizar la imagen de la pareja para justificar sus propios actos.

Aquellas que realmente se sienten engañadas, aquellas que son realmente sufridas (guess what...) no lo andan pregonando por ahí. Es una situación muy dolorosa como para andar alardeando de ella y con frecuencia tienden a creer merecer el trato que reciben, por lo que les resulta incómodo hablar del tema.

En cambio, cuando vemos una persona levantando bandera pública con la imagen de mártir-sufrida (teniendo la AMPLIA OPCION de simplemente salir de esa relación) no se trata de un desahogo personal... es una estrategia para manipular la impresión de los demás a su favor.


Comentario: "Si tú realmente me amaras... tará, tará, tará"
(Argumento implícito: "Tu no me amas") 

Reality Check: A menos que sea una manipuladora de siete suelas (o un hombre/mujer codependiente) nadie dentro de sus cabales se queda en una relación donde sabe que  realmente “no la aman”. El reclamo (de entrada) denota necesidad de control... manipulación a través del sentimiento de culpa.

Después del “si tú me amaras” (claro está) viene el objetivo deseado: “me acompañarías a tal sitio”, “recordarías tal fecha”, “comprarías un carro nuevo”, “tendríamos más sexo”, “me llamarías a las cinco”, "llegarías más temprano”… en fin: toda una retahíla de cosas que (si bien pudieran ser consideradas como descuidos, irresponsabilidad u otros intereses) no tienen absolutamente nada que ver con “amar” o "no amar” a la pareja.

Quien articula este tipo de reclamos busca controlar, hacerte sentir culpable poniendo en tela de juicio la sinceridad de tus sentimientos. Utiliza la sublimidad de la palabra “amor” como si él o ella fueran expertos-abnegados en la materia y tú un pobre diablo/a incapaz de amar a nadie.

Cuando el reclamo rememora eventos del pasado (“Si tu realmente me amaras, hubieses hecho tal o cual cosa… ”) sacándolos a relucir cada vez que aparece la oportunidad (así hayan pasado años de por medio, o discutan algo tan sencillo como “quién habrá de lavar los platos” esta noche) la situación esta completamente fuera de control. La necesidad de manipular sembrando humillación y culpa (actividad que tiende a venir acompañada de exageración y llanto) "dándole duro" al otro para salirse con la suya, no es amor... es enfermizo. 

Comentario: "Me haces sentir como una mierda/basura, etc"
(Argumento Implícito: "Tu eres responsable de mis complejos e inseguridades")

Reality check:
Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento” (E. Roosvelt) y si bien es cierto que existen comentarios que pueden llegar a ser muy hirientes, la realidad es que quienes gritan a voz en cuello este tipo de reclamos no lo hacen en respuesta a un ataque a su integridad personal sino debido a algún complejo o inseguridad previo del cual su pareja fue meramente un detonante.

Si no soy homosexual (por ejemplo) no hay forma en que las palabras de un tercero me hagan sentir homosexual.

Si sé que soy puertorriqueño, no hay forma en la que mis compañeros musulmanes me hagan sentír árabe.

Decir que mis amigos homosexuales me hacen sentir homosexual (o que mis compañeros musulmanes me hacen sentir árabe) no es otra cosa que responsabilizar a otros de mi inseguridad alrededor de mi propia identidad sexual/cultural. Cuando somos personas seguras y emocionalmente estables es imposible que un tercero nos haga sentir algo que, en en fondo, sabemos que no somos.

Lamentablemente el mundo está lleno de gente desequiribrada: gente que culpará a otros de sus propias carencias emocionales y demonios del pasado, relegando la responsabilidad de sus sentimientos y haciendo sentir culpables a los demás de sus propias inseguridades. Gente que vive predispuesta a creer cosas feas sobre sí mismas y (en lugar de lidiar con el origen de su malestar) buscan un agente externo en el cual exteriorisar sus incomodidades... y con frecuencia ese chivo expiatorio termina siendo su pareja consensual.

Nota alcalce: El trillado cuento de "mi esposo/a no me trata bien"
o "las cosas van mal en mi matrimonio" es (curiosamente) la misma
que venden los infieles a sus amantes (y famliares) para justificar
sus  amoríos: Manipulación y justificación mediante la victimización.

Pero la cosa no termina ahí. Si utilizar a otra persona como una muleta emocional sobre el cual llevar el peso de nuestras propias inseguridades no fuera suficiente, lo realmente lamentable es que esta gente pueda tener hijos... hijos que terminan por crecer frente a un campo de batalla lleno de culpas, reclamos y hostilidades que pueden durar hasta décadas. Parejas que utlizan a sus retoños para "darle duro" al otro vendiendo a sus hijos historietas que demonizan al esposo, restringiendo sus relaciones paterno-filiales y (en el peor de los casos) insultándolos con la misma imagen negativa que en otrora les vendieron: "Viste, que eres igual que tu pai/mai". Gente emocionalmente enferma que (sinceramente) no debería de tener hijos.

Recapitulando

Es por esto que abogo hoy a favor de la "naranja completa". Porque antes de tomar ese gran paso de ser pareja de alguien más debemos ser primero que nada naranjas completas: gente mental y emocionalmente saludable capaz de ser feliz incluso en soledad. Gente que asume responsabilidad de sus propios sentimientos sin la necesidad de otro que llene sus vacíos existenciales.

A su vez (cuando les toque elegir) estas naranjas compeltas deben unir sus vidas junto a otra "naranja completa"... no a una "media mitad" que les utlize como muleta para cargar con sus propios descoñetes emocionales. La fórmula correcta no es la "media naranja" que nos han vendido por ahí, sino la de dos naranjas completas que juntas, crearán una tercera... su relación.


Documentemos lo aprendido